Si me preguntas qué se me viene a la mente cuando escucho tu nombre son en las nubes, ya puedo oírte decir: ¿Por qué?
Porque siempre las veíamos juntos, sentados en los bancos después del amanecer, o tirados en el pasto, despejando nuestra mente de todos los pensamientos, ya sean malos o buenos, pero después de quedarnos tirados, mirando las nubes pasar o buscándole alguna forma, sin que te dieses cuenta te miraba a ti, y no hay tanta diferencia entre las nubes y tú.
Las nubes son tan suaves como tus abrazos y tu piel, son tan blancas como tus dientes al sonreír, transmiten serenidad, paz y armonía, como cuando estás haciéndome compañía, y a pesar de que vivimos en ciudades distintas, puedo decirte que bajo las nubes te recuerdo, con deseos de volverte a ver y hablar de la primera cosa que se nos ocurra, juntos otra vez.
Eres mi nube andante y nunca dejaré de verte, no quiero que desaparezcas de nuevo, porque mi cielo sólo estaría incompleto, vacío, aburrido sin ti.
Nuevamente echada al suelo, mientras miro al cielo, veo las nubes pasar, siempre recordaré todo lo bonito de ti, pensaré en ti y en lo muy especial que eres para mí.